LOS ANGELES – Las escuelas públicas del condado de Los Angeles han puesto en marcha una ambiciosa iniciativa para ofrecer servicios gratuitos de salud mental a sus 1,3 millones de estudiantes de primaria y secundaria (K-12), una prueba clave del amplio programa de $4,700 millones del gobernador de California, Gavin Newsom, para hacer frente a la crisis de salud mental entre los jóvenes.

Impulsado por los planes Medi-Cal del condado —que proporcionan seguro médico a los residentes con bajos ingresos— en colaboración con su Oficina de Educación y el Departamento de Salud Mental, el programa se basa en servicios de teleterapia proporcionados por Hazel Health, una de las empresas que han surgido para hacer frente a la escasez nacional de servicios de salud mental, algo que se agravó durante la pandemia de covid-19.

La teleterapia es uno de los cuatro proyectos del condado de Los Angeles que recibirán en conjunto hasta $83 millones del Programa de Incentivos de Salud Mental para Estudiantes del estado, uno de los componentes del “plan maestro” del gobernador demócrata para subsanar las deficiencias en el acceso de los jóvenes a los servicios de salud mental.

El contrato de Hazel Health en Los Angeles tiene como meta ayudar a las escuelas sobrecargadas a hacer frente al aumento de la demanda de estos servicios. Promete ser una iniciativa piloto para demostrar tanto la eficacia de la terapia virtual para los alumnos, como la capacidad de educadores y administradores para gestionar eficazmente un programa extenso y delicado en colaboración con una empresa con fines de lucro.

Para algunos educadores y familias los resultados iniciales son prometedores.

Anjelah Salazar, de 10 años, dijo que el especialista de Hazel la ha ayudado a sentirse mucho mejor. La estudiante de quinto grado empezó a sufrir ataques de pánico diarios al cambiar de escuela este año a la primaria Stanton de Glendora.

Su madre, Rosanna Chavira, contó que no sabía qué hacer —aunque es coordinadora clínica de una empresa que trata enfermedades mentales— y le preocupaba no poder pagar un terapeuta que aceptara su seguro. Cuando Chavira supo de Hazel, no lo dudó.

“El hecho de que sea gratis y de que un profesional le enseñe estrategias para sobrellevar distintas situaciones significa mucho”, dijo Chavira. “Ya se notan los resultados”.

Salazar dijo que hasta ahora tuvo cinco citas virtuales con su terapeuta. Una técnica de afrontamiento que aprecia especialmente es un ejercicio de tapping: todas las noches, antes de acostarse, se presiona con el dedo un poquito los ojos, las mejillas, el pecho y las rodillas. Con cada toque, dice: “Soy valiente”.

Christine Crone, madre de Brady, alumno de séptimo grado, afirmó que aún no ha comprobado si las sesiones son eficaces para su hijo, que estudia en Arroyo Seco Junior High en Santa Clarita, pero sí sabe que las disfruta.

“Normalmente le cuesta llegar a tiempo y estar preparado, pero con estas sesiones siempre deja lo que está haciendo y es puntual”, dijo Crone. “Dice que su terapeuta es agradable, divertido y que es fácil hablar con él”.

Jennifer Moya, consejera de salud mental en la escuela primaria Martha Baldwin de Alhambra, una ciudad al este de Los Angeles, dijo que a sus alumnos les gusta la flexibilidad de la teleterapia, que les permite reunirse con los terapeutas en cualquier momento entre las 7 de la mañana y las 7 de la tarde.

“Esta generación de niños ha crecido en la era digital”, señaló Moya, que se encarga de remitir a los alumnos a Hazel en su centro. “Les encanta que esto sea fácil”.

Pablo Isais, consejero de salud mental en la escuela primaria Granada’s Alhambra, dijo que los servicios también pueden ser una solución provisional mientras un estudiante espera una cita en persona, que puede tomar de seis a ocho semanas.

Anjelah Salazar y su mamá, Rosanna Chavira. (Molly Castle Work/KFF Health News)

“Ser capaz de comunicarles que hay servicios disponibles a los que pueden acceder en la próxima semana es increíble”, dijo Moya.

Hasta ahora, sólo 607 estudiantes del condado de Los Angeles han participado en las sesiones desde que se ofrecieron por primera vez, en Compton, en diciembre de 2022, explicó Alicia Garoupa, jefa de servicios de bienestar y apoyo de la Oficina de Educación. Ella reconoció algunos problemas iniciales, pero aseguró que Hazel es “otra herramienta en nuestra caja de herramientas”.

El estado confía en las empresas con fines de lucro

La teleterapia desempeña un papel cada vez más importante en las escuelas del país, a medida que educadores y trabajadores sociales se enfrentan a la presión de abordar los crecientes problemas de salud mental. Según un informe de abril de Chalkbeat, 13 de los 20 distritos escolares más grandes del país, incluido Los Angeles Unified, la han incorporado desde que comenzó la pandemia.

El acuerdo del condado de Los Angeles con Hazel prevé el pago a la empresa de hasta $20 millones hasta finales de 2024. Además, Hazel puede facturar a los seguros de los estudiantes.

La empresa con sede en San Francisco, fundada en 2015, ha recaudado $112,5 millones de inversores y tiene contratos en 15 estados. Entre las empresas que buscan los dólares destinados para la salud mental de los jóvenes están otra startup de San Francisco, Daybreak Health, graduada de la prestigiosa incubadora tecnológica Y Combinator, junto con BeMe, Brightline y Kooth.

California eligió a Brightline y Kooth para una iniciativa estatal de $532 millones, en 2024, sobre servicios virtuales de comportamiento juvenil, otro componente importante del plan maestro de Newsom. Algunos programas estatales y locales se superponen, reconoció Naomi Allen, cofundadora y CEO de Brightline, pero dijo que la oferta de Brightline es más amplia que lo que Hazel hace en las escuelas, con servicios que incluyen desde sesiones de coaching para cuidadores hasta recursos de meditación.

“El estado financia el acceso gratuito a los servicios para todos los niños del estado, lo cual es un programa extraordinariamente ambicioso”, afirmó Allen.

Aún así, quedan muchos interrogantes sobre la eficacia de la teleterapia para estudiantes. Tampoco ha resultado ser una fuente de ingresos segura para las empresas: Brightline despidió al 20% de su plantilla la primavera pasada, la segunda ronda de despidos en seis meses.

Complemento, no solución

Chelsy Duffer-Dunbar, que en aquel momento trabajaba para Los Angeles Unified como trabajadora social psiquiátrica, declaró a KFF Health News en octubre que aún no había trabajado con Hazel, pero señaló que el condado exige que un miembro del personal permanezca a la vista del estudiante durante sus citas y le ayude si surgen problemas técnicos.

“Le sigue quitando tiempo al personal”, aseguró Duffer-Dunbar. “Mi día ya es muy estresante. No puedo imaginar tener una evaluación por amenaza y otra por suicidio en el trabajo y luego tener que buscar a alguien para que se siente en esta sesión de terapia con el niño o la niña y su iPad”.

Duffer-Dunbar añadió que quiere que el distrito dé prioridad a los terapeutas en persona que trabajan con la comunidad local, especialmente para los niños más pequeños que tienen problemas con la teleterapia.

Anjelah Salazar, a young girl, sits at her computer at a desk. A mirror on the desk reflects her mother standing behind her, smiling.
Anjelah Salazar se loguea con ayuda de su mamá, Rosanna Chavira, para tener su sesión de terapia virtual.(Molly Castle Work/KFF Health News)

Duffer-Dunbar ha dejado el distrito por recortes presupuestarios que la obligaban a desempeñar un trabajo más agobiante.

Hazel insistió en que la teleterapia no es una solución para todas las situaciones.

“Es una oportunidad para ampliar el acceso”, apuntó Andrew Post, jefe de innovación de la empresa.

Colaboración entre educación y salud

Fue necesaria una complicada colaboración entre los distritos escolares, las agencias del condado y los dos planes de Medi-Cal, L.A. Care Health Plan y Health Net, para poner en marcha el programa de terapia escolar. Las normas de financiación estatales se diseñaron para ayudar a las entidades a trabajar juntas.

“Este programa nos ha ayudado a acercarnos a los distritos escolares”, comentó Michael Brodsky, director de salud comunitaria de L.A. Care Health Plan. “Si podemos tratar a los niños cuando van a la escuela y derivarlos para que reciban tratamiento mientras están en la escuela, eso es bueno”.

Hazel ofrece principalmente sesiones de terapia individual de corta duración con trabajadores sociales clínicos u otros consejeros, el 40% de los cuales son bilingües. Son los más indicados para prestar apoyo temporal a quienes tienen necesidades leves o moderadas, como los estudiantes que luchan contra el estrés académico o empiezan en una escuela nueva, pero también pueden derivar a pacientes para que reciban atención a largo plazo.

El mayor distrito inscrito en el programa, Los Angeles Unified, cuenta con el 41% de los alumnos del condado, pero no todos los distritos están preparados para dar el salto. Cuatro de cada 10 distritos han optado por no ofrecer los servicios de Hazel, lo que Garoupa atribuye en parte a la preocupación por el intercambio de información sobre los estudiantes.

El contrato con Hazel termina en diciembre de 2024, pero Garoupa dijo que la Oficina de Educación y sus socios tienen la intención de mantener los servicios hasta junio de 2025. Cualquier prórroga posterior dependerá de los resultados.

Sonya Smith, colega de Garoupa, indicó que la Oficina de Educación evaluará la eficacia de Hazel a través de una encuesta anual, informes mensuales de impacto y reuniones semanales.

“El número de estudiantes que utilizan Hazel va a ser, obviamente, una medida clave”, añadió Smith. “La tasa de utilización de Hazel es del 3% al 8%. Evaluaremos si esas cifras se mantienen, si los estudiantes acceden a la atención en el momento oportuno y si alivia la carga del personal escolar y los proveedores comunitarios”.

Esta historia fue producida por KFF Health News, que publica California Healthline, un servicio editorialmente independiente de la California Health Care Foundation. 

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